martes, 15 de febrero de 2011

Bielsa y yo - Segunda Parte


Ya han pasado varios meses. Un día sábado en la mañana suena el teléfono y alguien me dice: “Buenos días, lo llamo desde Santiago, de Juan Pinto Durán. Soy el Sr. Bonini, don Marcelo Bielsa quiere hablar con Ud”. ¡No lo puedo creer! Don Marcelo me saluda muy cordialmente y me pide un favor si es que yo puedo ayudarlo: tiene que venir a Valparaíso a ver algunos jugadores para la selección nacional y hoy juega la Católica con Wanderers en Playa Ancha a las l8.00 hrs. me pide que lo acompañe.
Pretende salir de Pinto Durán a la una de la tarde para estar en Valparaíso tipo dos y media. Me agradecería que le indique cuál sería el lugar más apropiado para reunirnos antes de entrar a la ciudad. Me informa que en este viaje viene con su señora, quien quiere hacer un pequeño recorrido por los cerros, quebradas y miradores de Valparaíso antes que nosotros vayamos al estadio. Le digo que lo mejor es que maneje tranquilo hasta la entrada de Valparaíso donde la carretera se bifurca hacia Viña del mar, lugar donde nos despedimos la última vez. Después de la curva, cien metros más adelante para que tenga tiempo de verme, estaré esperándolo a las dos de la tarde, con las luces encendidas al costado de la carretera. Queda muy conforme y agradece mi buena disposición. Me llamará cuando salga de Santiago.
Almuerzo muy intranquilo y nervioso, pues ahora tendré que pasear a don Marcelo y también a su señora. Me pide por favor que este viaje lo haga solo. A las 13.00 hrs. suena el teléfono y el señor Bielsa me dice que surgió una dificultad y si es posible que nos encontremos en el mismo lugar pero a las 16.00 hrs. le digo que no hay problema y que ahí estaré.
Faltando pocos minutos para las cuatro de la tarde, estoy estacionado en la berma de la ruta 68, suena mi celular y Marcelo me dice que va pasando por un pueblo llamado Placilla, que a cuántos minutos está del lugar de encuentro, le digo que como a dos o tres minutos, que lo estoy esperando en el lugar acordado. Aparece su auto, se estaciona, se baja y me da un gran abrazo y me presenta a su señora Laura, quien también se baja a saludarme.
Conversamos un rato sobre el viaje antes de volver a nuestros autos. Entonces les digo que me sigan y que no se apure, él me responde: “Yo lo sigo a Ud. a donde me lleve”. Nos vamos por calles con poco tráfico y llegamos al hotel Ultramar en el cerro la Cárcel. Bajan el equipaje, acomoda a su señora en el hotel, regresa y me pide que estacione mi auto al costado pues iremos al estadio en su vehículo. Manejará él, pero quiere que lo vaya guiando por el centro de la ciudad hasta nuestro destino.
Lo llevo a conocer algunos lugares de Valparaíso y a las l7.50 hrs. nos encontramos en la Plaza Aduana. Le informo que estamos como a diez minutos de nuestro destino, pero que habrá mucho tráfico, entonces saca el celular y llama al estadio, pide hablar con el administrador y dice: “Habla Marcelo Bielsa, estoy a diez minutos, tome las medidas del caso, que todo esté despejado”, y cortó. Yo estoy asombrado, pero nunca me imaginé lo que pasaría al llegar al estadio.
Es un partido de alta convocatoria y hay muchos hinchas en las puertas, también hay muchos carabineros formando una especie de calle que nos indican que sigamos hasta el velódromo, donde funcionarios municipales nos están esperando con la puerta abierta. Nos indican que estacionemos justo a la entrada, en un sitio previamente reservado. Nos bajamos y me dice que no me mueva de su lado, subiremos al último piso donde están las casetas de transmisión, enfrentamos la puerta principal rodeados de carabineros y gente que lo saluda. Aparece el administrador y alcanza a decirle que su caseta está lista. Marcelo me toma del hombro y dice: “¡Vamos!”. No habla ni mira a nadie. Las cámaras de televisión, ubicadas en el primer piso lo están esperando, pero no se dan ni cuenta cuando ya estamos subiendo al cuarto piso. Llegamos a las casetas de transmisión donde nos esperan con la puerta abierta, entramos y me dice que cierre con picaporte, que no deje entrar a nadie. Hay una mesa y dos sillas frente a los ventanales que dan al centro de la cancha, me ofrece una silla que coloca en una de las ventanas y se ubica en la otra, saca una carpeta, un lápiz y me comenta que ahora podemos descansar.
Comienza el partido. No hace comentarios, sólo anota y a veces comenta alguna jugada. Sopla el viento fuerte y manifiesta que es difícil jugar si no se lleva la pelota a ras de piso. Se produce un tiro libre a favor de Católica y hay dos jugadores frente a la pelota. Muchas veces me tocó lanzar tiros libres desde ese mismo sector, con el mismo viento, entonces le digo: “Si tira Bottinelli y no le pega muy fuerte, solamente que pase por arriba de la barrera, el viento se encargará de llevar la pelota al fondo de la red”. Tira Botinelli y deja parado al arquero: gol de la Católica. Marcelo me mira y se ríe, entonces me pregunta si yo he jugado es este estadio, le digo que muchas veces. Entonces quiere saber en qué puesto jugaba y si era rápido, yo le contesto mirándolo a la cara: “Si jugáramos en contra en el mejor momento de los dos, yo le hago cinco goles fácilmente, porque todos sabemos que cuando Ud. jugó profesionalmente era un defensa muy lento”. Se ríe con muchas ganas y me dice que yo tengo la razón, porque por su lentitud dejó el fútbol profesional.
Casi termina el primer tiempo y golpean la puerta suavemente, me dice que diga que está muy ocupado, pero que sea amable. Al abrir me encuentro con dos señoras vestidas de blanco, que atienden el kiosco del estadio y que vienen a ofrecerle un café y algunos chocolates. Las hago esperar y le pregunto a Marcelo si quiere tomar un café con chocolates, le digo además que sería feo que rechazara lo que con tan buena voluntad nos ofrecían. Me dice: “Acepto un cafecito pero nada más, Ud. también tómese un café”. Yo respondo que me tomaré un café y me comeré todos los chocolates. Regreso donde las señoras les digo que sí, que muchas gracias y ellas me muestran una pequeña máquina fotográfica. Les doy afirmativo cuando traen el café. Estamos en el entretiempo y vuelven las señoras con lo prometido: un aromático café, muchos chocolates y dulces. Entonces le pregunto a Marcelo si me permite tomar una fotografía con la máquina de la señora. Me dice encantado y le tomo una foto con cada una de ellas. No lo podían creer y se retiran muy contentas, ofreciéndonos para el día de mañana, en el partido de Colo Colo con San Luis, además del café unos sabrosos churros.
Comienza el segundo tiempo y él sigue tomando notas en su libreta, a veces hace un comentario y me pregunta si estoy de acuerdo. Nuestro diálogo es casi nulo, porque yo aplico el sistema que si me habla le contesto y nunca le pregunto nada de fútbol. Él me dice que le gusta que yo lo acompañe porque hablo poco y veo bien el fútbol. Cuando el partido está por terminar mira el reloj y como faltan cinco minutos me dice: “Ahora nos vamos rápidamente, sin hablar con nadie y haciendo el quite a la televisión”.
Bajamos sin detenernos y otra vez los camarógrafos no alcanzan a enfocarlo, cruzamos la calle, nos subimos al auto y regresamos por el mismo camino al hotel del cerro la Cárcel.
Me da las gracias por haberlo acompañado y al bajar de su auto para subir al mío me pide un gran favor, si es posible que mañana domingo, antes de ir al partido de Colo Colo puedo juntarme con él y con su señora, para hacer un recorrido por los cerros y quebradas de Valparaíso, le digo que como el partido es al mediodía, iré a buscarlo a las diez de la mañana. Me da las gracias, subo a mi auto y regreso a mi casa contento, después de un gran día.
Uno nunca sabe qué nos puede deparar la existencia. Cuándo yo me iba a imaginar, a mis 80 años, que iba a conocer a Marcelo Bielsa, que iba a ser su chofer, su guía turístico y amigo.
Continuará...

3 comentarios:

  1. estoy seguro que ni el tiempo ni la distancia haran que Marcelo BIELSA se olvide de Valparaiso con sus miradores escaleras y ascensores ni tampoco olvide al amigo que lo ayudó conocer nuestro bello puerto, Me imagino a ud, alejandro solo con don Marcelo en la cabina de trasmisión comentando un partido, es algo que muy pocos pueden contar Lo felicito sinceramente Un gran abrazo

    ResponderEliminar
  2. Que experiencia más linda lo felicitó

    ResponderEliminar
  3. Que privilegio el suyo...me gustó mucho su relato...felicitaciones

    ResponderEliminar